DOI:10.20986/resed.2021.3857/2020
ARTÍCULO

TOXINA BOTULÍNICA Y OZONO INTRARTICULAR EN LA ARTROSIS
INTRA-ARTICULAR BOTULINUM TOXIN AND OZONE IN OSTEOARTHRITIS

D. Samper Bernal1

1Instituto Catalán de Ozonoterapia. Tratamiento del Dolor. Hospital Quirón. Barcelona, España

ABSTRACT
Osteoarthritis pain continues to be one of the main causes of medical visit due to the insufficient efficacy of established treatments, therefore, the need arises to search for new therapies that improve the analgesic response.
Intra-articular injection of botulinum toxin and/or medicinal ozone are two of the new options to consider in this pathology.
We develop in this chapter a review of the management of these two analgesic options.

Key words: Osteoarthritis pain, botulinum toxin, ozone, treatment, review

RESUMEN
El dolor por osteoartrosis continúa siendo una de las principales causas de consulta médica debido a la insuficiente eficacia de los tratamientos establecidos, y por ello surge la necesidad de buscar nuevas terapias que mejoren la respuesta analgésica.
La inyección intrarticular de toxina botulínica y/o de ozono medicinal son dos de las nuevas opciones a considerar en esta patología.
Realizamos en este capítulo una revisión del manejo de estas dos opciones analgésicas.

Palabras clave: Dolor en la artrosis, Osteoartrosis, toxina botulínica, ozono, tratamiento, revisión

Correspondencia: Daniel Samper Bernal
dsamperb@gmail.com

TOXINA BOTULÍNICA

Introducción

La toxina botulínica tipo A es una de las más potentes toxinas biológicas de la naturaleza y, junto con los tipos B, E y F, causa de botulismo en humanos. Todas ellas son productos del Clostridium botulinum. Hay ocho serotipos, siete de los cuales, tipos A-G, tienen diferentes duraciones de acción y targets enzimáticos (1). Dos de estas neurotoxinas, la toxina botulínica A y B, se utilizan habitualmente para el tratamiento de diversas situaciones en las que exista una hiperactividad muscular, tales como las distonías o las espasticidades.

Aplicación clínica

Fue Burgen quien descubrió que las toxinas funcionan inhibiendo la liberación de acetilcolina en los músculos esqueléticos (2). Estos hallazgos condujeron al desarrollo de su uso terapéutico en la década de los 70, cuando pequeñas cantidades de la toxina fueron usadas para corregir el estrabismo (3). En la actualidad, la toxina botulínica es la más frecuentemente utilizada para el tratamiento de trastornos autonómicos, trastornos de espasticidad y movimientos hipercinéticos, así como en cosmética para el tratamiento de las arrugas (4).
Un hallazgo fortuito con la toxina mostró posible eficacia en migraña, estudios posteriores lo confirmaron en migraña crónica pero no para episodios migrañosos (5,6).

Mecanismo de acción

Su efecto implica al complejo receptor proteínico SNARE (Soluble N-etilmaleimide sensitive factor Attachment Protein Receptor) que permite la unión de la membrana vesicular sináptica y de la membrana plasmática terminal de los nervios periféricos con la consiguiente liberación de neurotransmisores como la acetilcolina. La toxina actúa fragmentando a la proteína SNAP-25 (soluble NSF attachment protein), una parte del complejo SNARE, impidiendo la fusión de membranas y por tanto la liberación de neurotransmisores.
La inhibición de liberación de acetilcolina genera la actividad paralítica de la toxina (7).
Inicialmente se pensó que este efecto muscular era el responsable del alivio del dolor secundario, pero estudios posteriores precisaron que la analgesia precedía al efecto muscular.
Se realizaron por ello estudios piloto con toxina botulínica tipo A intrarticular en dolor por artrosis severa (8) y también para el dolor miofascial (9,10).
Otros estudios confirmaron que la toxina no solo inhibe la liberación de acetilcolina, sino que también inhibe otros neurotransmisores como la substancia P, péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP), la glutamina (11,12,13), así como a los receptores N-metil-D aspartato (NMDA) y receptores de potencial transitorio vanilloide tipo 1 (TRPV1) (14,15). Ello lleva a pensar que la toxina botulínica podría temer una acción directa sobre la nocicepción.
Por ello, aunque su uso en el tratamiento del dolor se focalizó en el de tipo miofascial, siguieron realizándose estudios precoces en dolor articular (rodilla, hombro, sacroilíacas, facetas cervicales e incluso en articulación esternoclavicular (16,17,18,19).

Evidencia clínica uso toxina botulínica en artrosis

En los últimos 10 años han ido apareciendo estudios con el objetivo de valorar la eficacia de la toxina en procesos articulares degenerativos, especialmente en rodilla, pero también en hombro, cadera y codo. Estos son los más relevantes.

Codo (epicondilitis lateral)

En la revisión de Bahman Jabbari en 2011 (20) encontraron tres estudios Clase I y un estudio Clase II:

Debilidad de dedos y espasmos musculares aparecieron en alguno de los pacientes de los cuatro estudios.

Hombro

Cadera

Rodilla

La articulación de la rodilla es en la que se han realizado mayor número de estudios con toxina botulínica:

Revisiones sistemáticas y narrativas de la evidencia

En los últimos 4 años, son diversas las revisiones sistemáticas o narrativas realizadas para evidenciar la eficiencia de la toxina botulínica en dolores por artrosis.

OZONO

Introducción

El ozono medicinal es una mezcla (un 95 % de O2 y un 5 % de O3) utilizada en varias concentraciones y administrada por diferentes vías. Es un gas inestable, transparente y de olor picante. El ozono se produce a partir del oxígeno cuando entra en contacto con una descarga eléctrica que genera diferentes concentraciones según la enfermedad a tratar. No puede ser almacenado y debe usarse de inmediato, ya que su vida media es de 40' a 20 °C (39).
Las aplicaciones de ozono médico se iniciaron a principios del siglo pasado cuando el Dr. Kellogg, en su libro sobre difteria en 1881, ya mencionaba el ozono como desinfectante. Durante décadas su uso se dirigió al tratamiento de procesos infecciosos crónicos e isquémicos (úlceras), aunque posteriormente se ha ido ampliando su uso a problemas de cicatrización, de astenia (fibromialgia, cáncer), y en dolor en el tratamiento de patología axial (hernias discales) entre otros. Las formas de aplicación del ozono medicinal son básicamente tres: tópica, infiltrativa y sistémica plasmática o rectal (40).

Mecanismo de acción

Su acción antinflamatoria se debe a la inhibición de prostaglandinas, incrementando la liberación de antagonistas de citocinas proinflamatorias.
Activa mecanismos antioxidantes endógenos y produce una metabolización de radicales libres, frenando el proceso oxidativo responsable de la destrucción celular. El estrés oxidativo está presente en diversos procesos como la inflamación, enfermedades degenerativas, deficiencias inmunitarias, enfermedades autoinmunes, etc. Su correcta utilización puede mejorar la función celular, aumentando la capacidad de frenar los procesos fisiológicos y patológicos de destrucción celular.
La acción antioxidante a nivel intrarticular disminuye la inflamación y la futura degeneración. Inactiva e inhibe la liberación de enzimas proteolíticas. Estimula la producción de condrocitos y fibroblastos con la posibilidad de formación de nuevo cartílago. Es el tercer oxidante más potente tras el fluroruro y el persulfato.
Tiene un efecto antinflamatorio y analgésico. Esta acción es consecuencia de una inhibición de la síntesis de prostaglandinas (41) o la liberación de bradicinina y otros mediadores de la inflamación, aumenta la liberación de antagonistas que neutralizan proinflamatorios como citoquinas like (interleuquinas, interferón, factor α de necrosis tumoral y citoquinas inmunosupresoras like), todos con efecto inhibidor de la inflamación y libera endorfinas, que bloquean la transmisión de la señal nociceptiva hacia el tálamo y la corteza. Todo en conjunto produce una disminución del edema, la inflamación y el dolor (42,43).
El problema de la artrosis no es un problema exclusivamente mecánico, sino que existen alteraciones celulares y bioquímicas que justifican los resultados obtenidos con la aplicación de ozono de pequeñas cantidades peri e intrarticulares (44).
La correlación entre los diferentes mecanismos de acción del ozono y las alteraciones fisiopatológicas articulares de la artrosis es exhaustivamente descrita en el artículo de Seyam, en el que desmenuza esa imbricación en los trastornos musculoesqueléticos y entre ellos, en las articulaciones, cápsulas y tendones del hombro, de la cadera y rodilla, así como en la artritis reumatoidea (45).

Consideraciones de uso del ozono

Su única contraindicación clínica absoluta es el déficit severo de G6P-DH (favismo), especialmente si se administra por vía sistémica, por la posibilidad de inducir crisis de hemólisis. Contraindicaciones relativas son la anticoagulación si INR >3, el embarazo, el hipertiroidismo y el paciente consumidor importante de suplementos y alimento con vitaminas C y E ya que podría interferir la acción antioxidante del O3.
Sus efectos secundarios se limitan a la toxicidad inhalatoria en caso de inhalar concentraciones > 0,1 ppm/h. La sintomatología sería desde la irritación conjuntival al distrés respiratorio dependiendo de la concentración recibida. Estas situaciones solo pueden presentarse por mal uso del ozono.
A nivel local puede ocasionar ligero dolor tolerable si se administran cantidades elevadas a altas concentraciones.
Las ventajas que ofrece su aplicación son varias y relevantes: difusión fácil que permite alejarnos de zonas peligrosas, uso de agujas de menor calibre y por tanto menos dolorosas por la punción, no interacciones con fármacos, no interacciones con patologías (diabetes, HTA, cardiopatía, nefropatía), posibilidad de adaptación a la respuesta analgésica con prolongación de tratamientos debido a su inocuidad, menor riesgo de sangrado en pacientes con anticoagulantes o antiagregantes, posibilidad de infiltrar varias articulaciones a la vez, no es imprescindible la esterilidad completa en infiltraciones periféricas (es el germicida más potente).
Su principal inconveniente es que los tratamientos habituales se basan en la realización de 3-5 sesiones semanales, lo que puede sobrecargar la actividad asistencial.

Evidencia clínica uso ozono en artrosis

Rodilla

Hasta hace unos 10 años no hemos podido disponer de trabajos consistentes relacionados con el uso de ozono en artrosis, entre ellos cabe mencionar los tres siguientes:

Es a lo largo de los últimos 5 años, en los que afloran un mayor número de artículos con mayor potencia metodológica y comparando la ozonoterapia con grupos control placebo y/o de fármaco activo.

Codo

Revisiones sistemáticas y narrativas de la evidencia

CONCLUSIONES

Atendiendo a los trabajos publicados, el tratamiento con toxina botulínica podría añadirse a los tratamientos poco invasivos de dolor por artrosis de articulaciones, ofreciendo menores y menos potentes efectos secundarios respecto a otros fármacos utilizados. Sin embargo, es preciso realizar más estudios que puedan establecer su ubicación en los algoritmos analgésicos actuales.
La ozonoterapia puede ser una alternativa eficaz a los tratamientos cruentos por dolor musculoesquelético. La falta de efectos secundarios relevantes, junto a su menor incidencia sobre enfermos anticoagulados o antiagregados y su efecto antimicrobiano, puede situarlo en primera línea de los algoritmos de procedimientos por artrosis periférica.
La falta de estandarización de pautas de tratamiento, así como los pocos estudios disponibles metodológicamente potentes, dificultan encontrar su grado de evidencia.
Resulta imperativo realizar más estudios con poblaciones homogéneas y tratamientos estandarizados que puedan compararse a grupos control.

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