10.20986/resed.2025.4191/2024
ARTÍCULO ESPECIAL

La medicina hipocrática: entre ciencia, cultura y ética
Hippocratic medicine: between science, culture, and ethics

José Antonio de Vera1

1Servicio de Neurocirugía. Hospital Universitario La Candelaria. Santa Cruz de Tenerife, España

RESUMEN

La medicina hipocrática surgió en los siglos VI y V a. C. en el mundo griego como un saber técnico basado en el conocimiento científico de la naturaleza. Representó un hito en la historia de la medicina, influenciado por los valores éticos y culturales de la sociedad griega. Su práctica estaba orientada principalmente a las clases acomodadas, aunque atendía también a esclavos, generalmente por interés económico de sus dueños. El médico hipocrático combinaba conocimientos científicos con una ética basada en la “physis” y se regía por un juramento que destacaba la benevolencia, la no maleficencia y la confidencialidad. El legado hipocrático ha influido en la medicina moderna, adaptándose a nuevos desafíos como la autonomía del paciente, el impacto de la tecnología y los dilemas bioéticos. La ética médica actual se fundamenta en estos principios y los amplía, integrando una responsabilidad social más amplia. Aunque la práctica médica ha evolucionado significativamente, la medicina hipocrática continúa siendo una referencia fundamental en la construcción de una medicina humanista y centrada en el paciente.

Palabras clave: Medicina hipocrática, ética médica, juramento hipocrático, autonomía del paciente, historia de la medicina

ABSTRACT

Hippocratic medicine emerged in the 6th and 5th centuries BCE in the Greek world as a technical knowledge system based on the scientific understanding of nature. It marked a milestone in medical history, shaped by the ethical and cultural values of Greek society. While primarily catering to the affluent classes, it also treated slaves, often driven by their owners’ economic interests. Hippocratic physicians combined scientific knowledge with an ethics rooted in “physis” and adhered to an oath emphasizing beneficence, non-maleficence, and confidentiality. The Hippocratic legacy has significantly influenced modern medicine, adapting to contemporary challenges such as patient autonomy, technological advancements, and bioethical dilemmas. Modern medical ethics builds upon these principles, expanding them to include broader social responsibilities. Although medical practice has evolved substantially, Hippocratic medicine remains a fundamental reference in fostering humanistic, patient-centered healthcare.

Key words: Hippocratic medicine, medical ethics, hippocratic oath, patient autonomy, history of medicine

Correspondencia: José Antonio de Vera
jav1933@hotmail.com

Recibido: 24-12-2023
Aceptado: 17-04-2025

de Vera JA. La medicina hipocrática: entre ciencia, cultura y ética. Rev Soc Esp Dolor. 2024;31(3):180-184

INTRODUCCIÓN

Durante los siglos vi y v a. C., en la región colonial del mundo griego conocida como Magna Grecia y Sicilia, la costa jónica de Asia Menor y la isla de Cos, se produjo uno de los eventos más importantes en la historia universal de la medicina: la constitución de la medicina como saber técnico (téchn? iatrik?, ars medica) basado en el conocimiento científico de la naturaleza (physiología). Este acontecimiento se conocería como “medicina hipocrática”.
La medicina hipocrática puede estudiarse desde 2 perspectivas: como la realización de un logro médico significativo y como parte integral de la cultura griega. Constituye una etapa decisiva en la historia universal del conocimiento médico y un aspecto particular de la fundamental creación histórica conocida como el “milagro griego”, según la célebre expresión de Renan, que en su conjunto fue la obra de los antiguos helenos.
La primera parte de mi conferencia analizará 2 cuestiones principales: las relaciones de dependencia dentro de la medicina griega y la actitud de los médicos hipocráticos hacia los ciudadanos pobres y los esclavos, porque muchas veces debemos mirar hacia atrás antes de pensar cómo queremos que sea la práctica médica de ahora en adelante. A pesar de su relevancia, este tema no parece ser de gran interés para la academia contemporánea, dado el escaso espacio que se le dedica en los manuales y obras de referencia sobre la medicina hipocrática. Sin embargo, existen excepciones notables. La monografía de F. Kudlien, por ejemplo, se centra exclusivamente en la relación entre medicina y esclavitud. Asimismo, Benjamín Farrington abordó de manera extensa las relaciones de dependencia en el contexto de la medicina griega.
En tiempos más recientes, las obras de Oswei Temkin, Helen King y Steven Miles han hecho importantes contribuciones en el ámbito de la medicina social, los estudios de género y la ética en la medicina hipocrática, brindando valiosas perspectivas sobre estos temas.
Como se recoge en el Corpus Hipocrático, la medicina se entendía a partir de 3 elementos clave: la enfermedad, el enfermo y el médico. La cuestión se centra, por lo tanto, en los 2 últimos elementos: el enfermo y el médico. En particular, se indaga si el médico hipocrático podía proceder de cualquier estrato social y si atendía a todas las personas que necesitaban sus servicios, independientemente de su estatus económico y social, dado el fuerte carácter jerárquico de la medicina hipocrática.
Desde el primer tercio del siglo v a. C., se sabe que el médico hipocrático trabajaba en colaboración con otros colegas, como lo demuestra el conocido “bronce de Idalion”, que ilustra la labor del médico.
En un tratado tardío del Corpus Hipocrático, se puede profundizar en esta estructura médica al distinguir entre el cirujano (cheirourgós) y los ayudantes (hypéretai). El cirujano se encargaba del trabajo manual y técnico, mientras que los ayudantes se ocupaban de colocar al paciente y supervisar el cumplimiento del tratamiento. Sin embargo, este último grupo era heterogéneo, ya que incluía a aprendices, futuros médicos y ciertos esclavos que trabajaban para el médico principal. Un problema notable surge al observar que el término “médico” (iatrós) también podía referirse a estos ayudantes, como se menciona en los textos de Aristóteles.
En los pasajes citados por Platón, se observa que la sociedad griega designaba como médicos también a quienes actuaban como ayudantes. Además, Platón aborda una cuestión crucial al analizar la relación entre la medicina y la sociedad griegas: el rol del esclavo. Platón es tajante al distinguir entre una medicina practicada por esclavos y otra ejercida por médicos libres, asociando la primera con la tiranía o el “mal gobierno”, y la segunda con el “buen gobierno”. Para Platón, el médico esclavo era visto como un autómata que prescribía de forma rutinaria y aprendía el arte médico por imitación de su dueño, el médico libre.
Atender a esclavos enfermos no era considerado honorable; si era necesario hacerlo, se prefería que lo hiciera un subordinado de la misma condición social que el paciente. Según Platón, el médico esclavo mantenía una comunicación mínima, entendiendo la medicina de manera autoritaria, como un tirano, mientras que el médico libre, al tratar con hombres libres, prefería el diálogo. Sin embargo, en las historias clínicas de las Epidemias, se encuentran numerosos casos de esclavos tratados por médicos, quienes luego anotaban estas experiencias. Esto sugiere que los dueños se preocupaban por mantener a sus esclavos en buen estado físico, ya que desempeñaban un papel crucial en la economía griega.
En términos generales, la terapéutica hipocrática estaba claramente orientada a la clase acomodada griega. Considerando conjuntamente los testimonios presentados, matizamos una interpretación tradicional sobre la ética hipocrática. Existe una línea argumentativa defendida por Kunlien, Edelston y Jouanna que presenta una imagen idealizada de las relaciones entre el médico y el paciente en la Grecia clásica. Sin embargo, no creemos que el pasaje de Platón sea una exageración sin fundamento histórico respecto a la actitud del médico hipocrático hacia los esclavos, ni pensamos que la medicina practicada en esa época poseía una moral superior y filantrópica hacia los desfavorecidos en general.
La medicina hipocrática perpetuó los valores éticos y morales de la sociedad griega. Aunque es cierto que el médico atendía a esclavos, esto solía ocurrir a petición de su amo. Además, aunque algunos tratados hipocráticos recomendaban practicar el altruismo y esta práctica se confirma en la epigrafía, el médico a menudo esperaba algo a cambio. En términos generales, la medicina hipocrática estaba orientada principalmente a las clases acomodadas griegas.
La idea de que la medicina hipocrática estaba fundamentada en principios morales adelantados a su tiempo, y que Hipócrates fue el médico de los pobres, se basa en la obra de Meinecke y ha sido desarrollada por Vogt y otros autores hasta la actualidad. Sin embargo, esta opinión resulta difícil de sostener a la luz de los testimonios expuestos. Es comprensible desde la perspectiva de quienes ven en la medicina hipocrática la base de la medicina occidental, pero es importante puntualizar que, aunque desarrolló una deontología propia, su práctica se enmarcaba dentro de los valores morales de la sociedad a la que servía.

DESARROLLO HISTÓRICO DE LA MEDICINA HIPOCRÁTICA

Alcmeón de Crotona, joven en tiempos en que Pitágoras ya era anciano, debió haber compuesto el texto transmitido por Aecio alrededor del año 500 a. C., según el testimonio de Aristóteles. Los escritos del Corpus Hipocrático, que algunos filólogos contemporáneos, como Fleischer, consideran más tardíos, sobre temas como la medicina, los preceptos y la docencia, podrían proceder de siglos posteriores al III a. C., posiblemente de la época de la segunda sofística. En consecuencia, la completa elaboración de lo que solemos llamar “medicina hipocrática” abarcó no menos de trescientos años.
Existen 2 interrogantes principales: ¿qué ocurrió en el mundo griego durante el siglo vi y la primera mitad del siglo v a. C. que permitió el surgimiento de la medicina hipocrática?, ¿cómo se fueron constituyendo los fundamentos intelectuales y las principales líneas de esta medicina, desde Alcmeón de Crotona hasta la muerte de Hipócrates? Esta obra común puede denominarse “hazaña hipocrática”, dado que Hipócrates fue su más destacado operador.
Antes de Alcmeón y de Hipócrates, la medicina en todo el mundo se caracterizaba por una mezcla de empirismo y magia, estrechamente entrelazada con las visiones religiosas propias de cada pueblo. Los poemas homéricos reflejan con claridad estilizada esta realidad, al ser un espejo de la actividad curativa vigente en la sociedad aquea, representada en la Odisea y en la Ilíada. En estos textos, se observa un enfoque puramente empírico, prácticas mágicas y una concepción de la enfermedad que, aunque rudimentaria y empírica, también está conectada con la religión olímpica de los aqueos.
Antes de Tales de Mileto, según Zubiri, la idea griega del universo era esencialmente cosmológica. Siguiendo este esquema, podemos afirmar que, antes de la nosología “fisiológica” de Alcmeón de Crotona, la interpretación griega de la enfermedad se limitaba a una simple “nosogenia”, una visión del origen y la naturaleza de las dolencias enmarcada dentro de una concepción mítica sobre el origen del mundo y las cosas.
Un ejemplo significativo de esta perspectiva es la polémica en el siglo iii entre Orígenes y el retórico Celso, sobre si es Cristo o Asclepio quien verdaderamente cura las enfermedades. Sin embargo, a pesar de lo que tuvo específicamente de helénico, existían en la medicina griega anterior al siglo V elementos que proporcionaron un terreno fértil y un precedente inmediato para la hazaña hipocrática.
He aquí una primera respuesta: en el filo de los siglos vi y v a. C., la medicina griega, que no era teúrgica ni mágica, se entendía como un oficio más o menos artesanal (un téchn?), considerado un servicio público que podía aprenderse en ciertas escuelas profesionales.
En los poemas de la Magna Grecia y las islas jónicas, vemos la figura y el trabajo de Hipócrates de Cos, el héroe epónimo de la “medicina hipocrática”. ¿Qué sabemos con certeza sobre Hipócrates? En realidad, muy pocas cosas. Se puede asegurar que nació en la isla de Cos alrededor del año 460 a. C., y que allí, probablemente con la enseñanza de su padre, recibió su primera formación. Es posible que fuera discípulo del médico Heródico de Selimbria, que se relacionó con el sofista Gorgias y el filósofo Demócrito, y que tuvo 2 hijos, Tesalo y Dracón, además de ser suegro de Pólibo, autor al menos en parte del texto “Sobre la naturaleza del hombre”. Ejerció la medicina como periodeuta en el norte de Grecia, en la isla de Tasos y tal vez en las proximidades del Ponto Euxino. Murió en Larisa, alrededor de los ochenta y cinco años, y allí fue enterrado.
Su éxito en las historias clínicas de las Epidemias y el prestigio de Hipócrates fueron inmediatos y generalizados. Platón compara su importancia como médico con la de Policleto y Fidias, Aristóteles lo llama “el más grande”, y Galeno lo denomina “divino”. Para toda la tradición occidental, Hipócrates será conocido como el “Padre de la Medicina”. Mientras Alcmeón inició la medicina “fisiológica”, Hipócrates es considerado su verdadero fundador.
Me quiero detener ahora brevemente en la obra Medicina Hipocrática (1970) de Pedro Laín Entralgo. Este libro es el resultado definitivo de muchos años de dedicación al tema hipocrático. Mi primer contacto serio con él ocurrió hace muchos años. Subiendo las escaleras del viejo San Carlos, había visto y leído en numerosas ocasiones la inscripción que, en una muestra de devoción hipocrática más tradicionalista que innovadora, algunos maestros madrileños del siglo xix habían estampado en sus muros: Olim pudor suos cous fulsit Hippocrates, in Hispania semper. Movido por esta familiar epigrafía, decidí dirigir mis inquietudes académicas, profesionales y personales a la medicina hipocrática, y esta sentencia latina siempre me ha acompañado. Como occidental del siglo xx, me siento descendiente de los antiguos griegos, aunque a la vez soy muy diferente a ellos. Con esta actitud mental básica, me he esforzado por acudir a las investigaciones de los filósofos y filólogos para lograr una comprensión profunda de lo que fue, desde su interior, la medicina que solemos llamar “hipocrática”.
La lectura del Corpus Hippocraticum me hizo aficionarme a este tema y me llevó a concebir el audaz propósito de estudiarlo en profundidad. Espero que las y los médicos encuentren que esta nueva luz sobre el arte de curar no ha perdido del todo su antigua virtud luminosa y que los principios hipocráticos sigan inspirando la práctica médica contemporánea. Uno de mis intereses con esta conferencia es que no se desprecie la herencia médica de la antigüedad y se reconozca su relevancia y valor en la medicina moderna.

ÉTICA MÉDICA

Como acto plenamente humano, la asistencia médica al enfermo posee una dimensión ética esencial, la cual depende de las creencias fundamentales del médico que fundamentan su existencia y otorgan sentido a sus acciones. Para los médicos hipocráticos, ¿dónde residía el fundamento de la realidad?, ¿qué era lo que, a través de sus creencias fundamentales, daba sentido último a su vida y a sus actos? Sin duda, era la physis. Por ello, la ética médica de los hipocráticos era a la vez “fisiológica” y religiosa; o, para ser más precisos, fisiológicamente religiosa. Este aspecto es crucial para entender el núcleo intelectual y moral del Corpus Hipocraticum y el sentido de las diversas referencias a lo “divino” que contienen sus páginas.
Esto no implica que la ética médica posea un contenido uniforme en todos los escritos del Corpus Hipocraticum. Lo que daba sentido al médico hipocrático era su téchn?. El rasgo más central y meritorio de la ética hipocrática consistía en la aceptación humana y en la configuración técnica de esa inclinación primaria del ser humano hacia el auxilio del semejante enfermo. A pesar de los posibles e inevitables errores técnicos y morales, el médico hipocrático lograba, con ello, realizar la dignidad inherente a su oficio y alcanzar, además, lucro y fama. En el famoso juramento hipocrático, se expresa el siguiente compromiso: “Si cumplo este juramento sin quebrantarlo, sea concedido a gozar de la vida y del arte, y ser honrado para siempre entre los hombres; si lo quebranto y cometo perjurio, sea lo contrario mi suerte”. Este texto refleja, sin duda, un sentimiento pitagórico y estaba dirigido exclusivamente a la población griega.
En cuanto a la ética de la relación con el enfermo, también surge el problemático tema de los honorarios médicos. El castigo de Asclepio cuando, por dinero, salvó la vida de un hombre, ¿indica que la percepción de honorarios por parte del médico era vista por el griego antiguo como una profanación? Los escritos del Corpus Hipocraticum no lo sugieren claramente. Aunque se condena el lucro deshonroso, se habla sin reparos acerca de tales honorarios.
El ideal moral del Corpus Hipocraticum alcanza su culminación en el primer párrafo de “Sobre el médico”, donde se afirma que el carácter habitual del buen médico debe ser kalos kai agathós—es decir, bello y bueno. La sociedad griega se había democratizado, y por solo serlo, el buen médico lograba convertirse moralmente en áristos, en noble. El problema radica en cuántos entre los hipocráticos lograron cumplir con rectitud este exigente mandamiento moral.

EVOLUCIÓN DEL JURAMENTO HIPOCRÁTICO. ¿QUÉ HA CAMBIADO Y POR QUÉ?

Llegados a este punto es importante reflexionar sobre la vigencia de la medicina hipocrática en la actualidad, y en particular, sobre la evolución y la relevancia del Juramento Hipocrático en nuestra práctica médica contemporánea. Nos embarcamos en un análisis que va más allá de una mera revisión histórica, para adentrarnos en las profundas raíces éticas y filosóficas que sustentan nuestra noble profesión.
El Juramento Hipocrático no es simplemente un rito de paso; es una declaración de los valores fundamentales que definen nuestra práctica: la benevolencia, la no maleficencia, la confidencialidad y el respeto por la autonomía del paciente. El Juramento Hipocrático original, formulado en el siglo V a.C., refleja una ética médica que, aunque básica y primitiva en algunos aspectos, ha demostrado ser sorprendentemente duradera. Sin embargo, a lo largo de los siglos, el juramento ha sido revisado y adaptado para reflejar los cambios en la sociedad, la ciencia médica y los valores culturales. La versión moderna, como la adoptada por la Asociación Médica Mundial en la Declaración de Ginebra (1948), incorpora elementos que responden a las necesidades y expectativas contemporáneas.
Una de las transformaciones más significativas es el cambio del modelo paternalista de la medicina hacia uno que enfatiza la autonomía del paciente. En el juramento original, el médico asumía un rol autoritario, tomando decisiones en nombre del paciente bajo la premisa de que el médico sabía lo que era mejor. Hoy en día, el respeto por la autonomía del paciente es un principio cardinal. Esto no solo implica informar al paciente sobre sus opciones de tratamiento, sino también respetar sus decisiones, incluso cuando estas puedan contradecir el juicio médico.
Además, se amplía el compromiso social. El Juramento Hipocrático inicial estaba profundamente arraigado en una ética de responsabilidad individual del médico hacia sus pacientes. Sin embargo, la versión moderna reconoce un compromiso más amplio con la sociedad. Los médicos ahora juran no solo tratar a los enfermos, sino también promover la salud pública y el bienestar comunitario. Esta ampliación refleja una comprensión moderna de la salud como un derecho humano fundamental y reconoce el impacto de los determinantes sociales en la salud.
Asimismo, en la antigüedad, el juramento abordaba aspectos de la práctica médica que hoy consideramos rudimentarios, como la prohibición de la cirugía por parte de los médicos hipocráticos. La medicina moderna ha avanzado enormemente, y el juramento ha evolucionado para enfatizar la integridad profesional y científica. La Declaración de Ginebra, por ejemplo, incluye el compromiso de “practicar mi profesión con conciencia y dignidad”, lo que implica adherirse a los más altos estándares éticos y científicos, y rechazar cualquier forma de corrupción o mala práctica.
Sin embargo, a pesar de estas transformaciones, la esencia de la medicina hipocrática sigue siendo relevante. En un mundo donde la tecnología y la ciencia médica avanzan a un ritmo vertiginoso, los principios hipocráticos nos anclan en una ética humanista que prioriza el bienestar del paciente.
La benevolencia y la no maleficencia son pilares fundamentales que siguen guiando nuestras decisiones clínicas. En la era de la medicina personalizada y la inteligencia artificial, estos principios nos recuerdan que, a pesar de las maravillas tecnológicas, nuestro deber primordial es hacer el bien y evitar el daño. La tecnología debe ser una herramienta al servicio del paciente, no un fin en sí misma.
La confidencialidad, otro principio hipocrático, adquiere nuevas dimensiones en la era digital. La protección de la información del paciente es más crítica que nunca, dadas las amenazas cibernéticas y la creciente cantidad de datos sensibles que manejamos. Mantener la confidencialidad no solo es un imperativo ético, sino también una necesidad legal y profesional.
La medicina contemporánea enfrenta desafíos éticos que los médicos hipocráticos no podrían haber imaginado. La genética, la biotecnología, la inteligencia artificial y la globalización plantean preguntas complejas sobre la naturaleza de la vida, la muerte y el deber del médico. El juramento moderno, aunque evolucionado, sigue ofreciendo un marco ético para abordar estos dilemas.
La manipulación genética y la biotecnología prometen revolucionar la medicina, pero también plantean serios dilemas éticos. ¿Hasta qué punto debemos intervenir en el código genético humano? ¿Cómo equilibramos los beneficios de la terapia génica con los riesgos potenciales? Aquí, los principios hipocráticos de no maleficencia y benevolencia son cruciales para guiar nuestras decisiones.
La inteligencia artificial tiene el potencial de mejorar el diagnóstico y el tratamiento, pero también plantea preguntas sobre la autonomía del médico y del paciente. ¿Puede una máquina realmente entender la complejidad de la experiencia humana? ¿Cómo garantizamos que las decisiones asistidas por inteligencia artificial sean éticamente sólidas y centradas en el paciente?
En definitiva, la medicina hipocrática, con su énfasis en la ética y el humanismo, sigue siendo una brújula moral para nuestra práctica médica. Aunque hemos avanzado enormemente desde los tiempos de Hipócrates, los principios fundamentales de su juramento siguen siendo relevantes y necesarios. Nos recuerdan que, en el centro de todos nuestros esfuerzos científicos y tecnológicos, se encuentra el ser humano, cuya salud y bienestar son nuestra mayor responsabilidad.
En un mundo en constante cambio, donde la ciencia y la tecnología redefinen continuamente las fronteras de lo posible, la ética hipocrática nos proporciona una base sólida sobre la cual construir una práctica médica que no solo es avanzada y eficaz, sino también profundamente humana. Es nuestra tarea, como médicos y médicas del siglo XXI, honrar este legado y adaptarlo a los desafíos y oportunidades de nuestro tiempo, asegurando que los valores de benevolencia, no maleficencia, confidencialidad y respeto por la autonomía del paciente sigan siendo los pilares que guíen nuestro camino.

Muchas gracias.